jueves, 13 de diciembre de 2012

Experiencias y aprendizajes.


Hace cuanto que vengo fantaseando con la vuelta del blog.
En más de una oportunidad intenté retomarlo, cada tanto reflotaba alguna buena pequeña idea pero no había caso, nunca terminaba de escribilas.  A diferencia de lo que canta Mick Jagger, a mi los old habits no me die hard.
Incluso, debo de admitir que luego de contables ocasiones, me acostumbré al ciclo de vida de las ideas: En 1.5 segundos la idea nace, entre 65 y 223 segundos la idea se desarrolla y luego de los 400 segundos, si no es plasmada en algún lugar, la idea comienza a morirse.
Pero esta vez quise que sea distinto: Son altas horas de la noche y es un martes. Si no quiero tener un miércoles de miércoles sería mejor dormirme. Pero creo que esta idea tiene valor, puede ser profunda y seria.  O quizá simplemente está un poco por encima de la media de mis ideas anteriores y sumado a que venía de leer la Orsai, me encuentro definitivamente inspirado y con ansias de mas.
Total, si mañana tengo sueño que se las arreglue mi yo futuro.
Además, la nota en humor sobre el problema de que eliminen los VIPs en los boliches bonarenses y como eso puede repercutir en qué minas levantas por la noche puede esperar.
Siempre es más fácil hablar del drama que del humor. Cuántos dramas ganaron el Oscar y cuantas comedias? Cual fue la última buena comedia que viste?
Ya lo pensó Woody Allen, es siempre mucho más fácil hacer llorar que reír.

Entonces, a qué iba? Porque hasta ahora solo hubo mucha introducción y poco desarrollo… En fin, la historia de mi vida.
Pero hablando de historias y de mi vida, quiero decir que siempre mi abuela me decía (y me dice) – ay, si yo tan solo pudiera trasmitirte mis experiencias así vos no tuvieras que equivocarte para adquirirlas

Qué tema no? Claramente como ya ven, entramos en aguas profundas.

En las amistades varoniles, la crítica suele apuntar a por qué no te cogiste a esa mina? Sos un boludo! Si está bárbara. Es mega clásica.
Nos pasamos la vida acusando a nuestros amigos de cagones por no haber continuado la relación con la rubia tetona. Sí, es clásico. El problema principal, la falacia al argumento yace en la asimetría de la información (ahí me saltó mi lado económico).
Por qué la asimetría de la información? Bueno, principalmente porque los amigos, que son externos no pudieron experimentar una cita con la rubia. No la escucharon decir: y sí, deberían volver los militares, no? y esa mina? la de los 50’, que se parecía a Marilyn Monroe, cómo se llamaba? La que era mujer de Perón
No claro, ellos nunca escucharon nada de eso, simplemente la vieron, entonces aunque vos les cuentes esto, al no adquirir la experiencia, no pueden comprender porque la dejaste ir.
Es cierto que al fin y al cabo, el que se la tiene que coger es uno mismo, con lo cual, qué carajo importa lo que digan o piensen los demás.. ja! Cómo si fuera tan fácil y la prédica de los otros no nos importase. Minga!

Entonces volvamos al tema de las experiencias. Claramente es muy difícil poder aprender de una experiencia del otro, necesitamos vivirla para incorporarla, adquirirla.
Okey, eso no significa que haya que inmolarse contra el obelisco para entender la experiencia de los secuestradores de aviones en el 9/11. Tampoco el ejemplo pavada y exagerado.
Pero si, el de la rubia. Y como el de la rubia hay montones más. Cuántas veces tuvimos que sufrir algo en carne propia para entender lo que los demás nos vaticinaban?
La clásica de papá y mamá nos avisaron…
Nos pueden decir, te va o no te va a gustar. La vas a pasar bien o mal. Pero eso no alcanza, necesitamos vivir algo para incorporarlo.

No voy a entrar en que el arte es justamente la manera de poder experimentar sensaciones sin tener que vivirlas.
Nos podemos emocionar con la película de un paralítico sin tener que terminar en silla de ruedas.

Pero, esto de las experiencias me sirve como trampolín y pelotero al siguiente razonamiento.
Cuando sos chiquito, tus papás son unos ídolos. Los queres mucho mucho y etc etc. Son lo máximo.
La adolescencia es ese momento donde además de un montón de quilombos, pasas a putear a tus papás. Día y noche. Es normal y hasta según Freud, es sano. Tu accionar es esperable!
Cuando termina la adolescencia, ese odio constante se apacigua. Puede ser cierto que un día, post sesión de terapia, llames a tus viejos al grito de: Como ustedes no me quisieron comprar la Barbie en la navidad del 93’ entonces yo no pude desarrollar una autoestima convalidante y es por eso que ahora no logro vincularme con mi marido y voy de trabajo en trabajo y pienso volverme lesbiana.
Más allá de un posible desliz, la post adolescencia es ese momento donde volves a abrazar a tus viejos. Luego de ocho o nueve años de puras peleas, la vida te devuelve varios años para que puedas amigarte con ellos.

He aquí mi pequeña experiencia personal, que como vengo comentando es muy difícil de transmitir a otros.
Sí quizá de compartir, pero probablemente se necesita vivirla para entender.
Yo tuve la mala suerte de perder a mi mamá justo cuando abandonaba la adolescencia. O quizá la muerte de mi mamá me obligó a abandonar la adolescencia.
De todos modos, el problema es que carecí de ese tiempo necesario para remendar todas las peleas de la adolescencia.
Con el diario del lunes es fácil y podría arrepentirme de todas ellas. Pero también sé que fueron naturales, parte del día a día y fundamentales en mi desarrollo personal (­¿?)
Claramente, si se pudiese compartir esta experiencia, hoy muchos adolescentes no se pelearían con sus papás, o incluso si alguien me la hubiese podido compartir a mí, hubiese limitado las discusiones clásicas de quiero ir un rato a la plaza después de la matinee . Pero, como pregonaba al principio, esto no es posible. A las cosas las tenemos que vivir y aprenderlas nosotros.

A la película no te la pueden contar, la tenes que ver. Es así.

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